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El imposible laberinto de la homologación

El autor denuncia la exagerada dificultad de las pruebas de homologación del título de dentista en España y pide que se reevalúen para que puedan ser superadas por los profesionales con adecuada formación. (Foto: Unsplash)

lun. 27 marzo 2023

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El autor, catedrático de Ortodoncia en la Universidad de Santiago de Compostela, critica el diseño de las pruebas para convalidar el título de odontólogo extranjero en España, a las que califica de injustas y mal diseñadas. Un examen como éste, afirma en referencia a las pruebas que tuvieron lugar la semana pasada, da una imagen y un mensaje de la universidad española con el que yo no me siento identificado.

Mis buenos y contados amigos siempre me preguntan porqué me suelo meter en ciertos líos. Creo que es mi genética, tanto es así que, a mi primogénito, el humorista, mis genes también le hacen proclive a lo políticamente incorrecto; digo mis genes porque su madre es un paradigma de moderación y sensatez.

La edad, la libertad de pensamiento y la independencia nos permiten a algunos decir las verdades del barquero que otros no se atreven ni a sugerir; la desmedida respuesta a mis chistes y chascarrillos en las redes sociales solo reflejan la verdad de mis afirmaciones, porque de todos es conocido el refrán que “al que le pica, es que ajos, alineadores o comisiones, mastica”.

El desastre de este mundo es lo políticamente correcto, que anestesia conciencias y anula la crítica en aras de un respeto a las minorías, aunque estas sean estrafalarias o descaradamente interesadas. Nunca nuestra profesión ha estado tan manipulada por la industria y por unos pocos espabilados revestidos de la aparente dignidad que dan los puestos políticos; nunca tanto/as han sido manipulados por tan pocos.

"Dudo mucho que la mayoría de los profesores ordinarios de ortodoncia de este país, incluyendo quien escribe, pudieran salir airosos de tal desafuero de examen".

Lo que acaba de pasar o está pasando con las pruebas de homologación de títulos extranjeros en España, es un buen ejemplo de esta manera de hacer las cosas rematadamente mal, a la que ya nos hemos acostumbrado en nuestra profesión.

Es cierto que la situación de la odontología privada en España es, en estos momentos, desastrosa, al coincidir sobre ella todo tipo de crisis (desde la económica, con la imparable subida de la cesta de la compra y de los intereses crediticios, a la falta de materias primas, por no hablar de la crisis digital, donde solo parece haber un ganador: las grandes multinacionales del sector) bajo el trasfondo de una plétora profesional sin precedentes e imparable.

 

Según el autor, la decisión de las autoridades encargadas del examen fue decir a quienes se presentaron: volver a vuestro país por donde habéis venido. (Foto: Unsplash)

Estamos en Europa, y somos para muchos su puerta de entrada, pero hemos importado de otros países hermanos, que no vecinos, la peor cara de la odontología (masificación y mercantilización profesional, sobretratamientos, desacreditación de la figura del dentista).

La verdad es que no es un país para venir a trabajar como dentista. Pero la combinación de populismos de izquierdas y corrupción han sumido a muchos de los países de los que proceden los compañeros aspirantes a homologar, en una situación insostenible, invivible, disparando las cifras de pobreza, desigualdad e inseguridad. Ser migrante, y más cuando se tiene mucho que perder, cuando se deja atrás una vida no tan mala, es muy duro. Por ello creo que las pruebas o exámenes de homologación deben ser justos.

Me he quejado en anteriores escritos, algunos mal interpretados, del tipo de examen de homologación. En lo que a mí atañe, y de lo único que sé, que es de ortodoncia, los temas que siempre caían en los exámenes (previo sorteo) eran muy amplios e inespecíficos (“oclusión normal”, “etiopatogenia de las maloclusiones”, “tratamiento de las Clases II de EH Angle”). Imposible poder corregir adecuadamente temas tan amplios para los que se daba un tiempo de respuesta relativamente corto. Es cierto, y hay que decirlo, que la mayoría de los exámenes presentados, al menos en mi materia, eran malos o muy malos, y debíamos de hacer nuevas correcciones con “manga ancha” para no suspender a la mayoría. Que en la universidad de origen la ortodoncia no tuviera un mínimo de peso específico en la carrera o que muchos de los aspirantes hubieran perdido el hábito del estudio, no me parecían razones suficientes para esta falta de preparación de los que adolecía la mayoría. No es de extrañar que recibiera con un cierto alivio el cambio del tipo de examen. Reconozco que en una disciplina tan visual y clínica como la ortodoncia no es fácil hacer un examen de tipo test justo.

Pido, como catedrático de ortodoncia y expresidente de la European Orthodontic Society, que sean reevaluadas las pruebas de acceso y que éstas puedan ser superadas por los profesionales con adecuada formación.

Mi primera decepción, y así se lo hice saber a la profesor María Jesús Mora, nuestra vicedecana, y al mismo presidente de la Conferencia de Decanos/as y Directores Académicos de las Facultades de Odontología de España (CRADO), el profesor Lluis Giner Tarrida, con varios correos electrónicos, fue el temario tan mal diseñado y desordenado, obviando temas claves (como biomecánica, movimiento dentario ortodóncico, selección de alambres y aleaciones) e incurriendo en repeticiones y temas sin sentido.

No parecía que dicho temario fuera propuesto por un profesor ordinario de ortodoncia, la verdad. Mi disgusto inicial se convierte en esperpento al ver, el pasado viernes, el contenido del test, no solo por los malos enunciados e inespecíficas respuestas, sino por su exagerada dificultad. Dudo mucho que la mayoría de los profesores ordinarios de ortodoncia de este país, incluyendo quien escribe, pudieran salir airosos de tal desafuero de examen.

Según el autor, la decisión de las autoridades encargadas del examen fue decir a quienes se presentaron: volver a vuestro país por donde habéis venido. (Foto: Unsplash)Si los que han decidido el contenido del examen, o han consentido que así se hiciera, han querido lanzar un mensaje al colectivo de compañeros en proceso de homologación, lo entiendo, pero en manera alguna lo comparto. Un examen como éste, que no van a superar ni de lejos el 5% de quienes se han presentado, da una imagen y un mensaje de la universidad española con el que yo no me siento identificado. Parece que la decisión de las autoridades universitarias o ministeriales encargadas de este desafuero fuera decir “olvidaros de convalidar y volver a vuestro país por donde habéis venido”.

Repito, soy el primero en reconocer que la homologación exige unos mínimos, no menores al que exijo a mis alumnos de pregrado en nuestra universidad pública. Pero no se puede tomar el pelo a un colectivo que está en una complicada situación de vulnerabilidad (y no quiero entrar en el tema de los derechos al examen que han cobrado muchas universidades privadas, sin ofrecer nada a cambio). Pido, como catedrático de ortodoncia y expresidente de la European Orthodontic Society, que sean reevaluadas las pruebas de acceso y que éstas puedan ser superadas por los profesionales con adecuada formación.

Debemos de ser claros y justos y no jugar con un colectivo vulnerable y cuyo futuro vital, familiar y profesional depende de una prueba tan importante para sus vidas. En modo alguno reclamo unas pruebas coladera, simplemente pido unas pruebas justas, y que aprueben los que se lo merecen.

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El Dr. David Suárez Quintanilla es catedrático de Ortodoncia en la Universidad de Santiago de Compostela, España.

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