Figura 1. ¿Qué rasgos, medidas y proporciones son comunes al tercio facial inferior y la mandíbula de las mujeres consideradas como las más bellas del mundo? Fotos: DSQ
David Suárez Quintanilla, catedrático de Ortodoncia de la Universidad de Santiago de Compostela, analiza la evolución de los cánones de la belleza y de la sonrisa desde la antigüedad hasta nuestros días, donde predomina una predilección por los dientes inclinados hacia fuera y unos labios sensuales enmarcados por el arco de cupido.
La belleza, entendida como el atractivo facial y corporal, tiene una importancia clave en el desarrollo de nuestra personalidad, nuestra vida de relación, nuestra autorrealización, nuestra capacidad de elegir (pareja, amistades, trabajo) y, en definitiva, en nuestra felicidad.
Mal que nos pese a los feos, las evidencias científicas no solo son abrumadoras, sino que no dejan de sorprendernos cada día por la permanente, indisociable e inconsciente asociación de nuestra mente entre la belleza y las virtudes éticas,morales, de éxito social y profesional que todos desearíamos poseer (por algo la etimología de bello proviene de bonum o bueno).
Considerarse poco agraciado físicamente es, para muchos adolescentes, un problema para el desarrollo de su personalidad y felicidad, agravado actualmente por las redes sociales. La falacia de la subjetividad del ojo del observador queda patente en el unánime acuerdo sobre la belleza femenina contemporánea (Figura 1), y debemos preguntarnos qué parámetros estéticos comunes comparten estos rostros.
Uno de ellos es la biprotrusión, término que se utiliza para describir la inclinación simultánea hacia fuera de los dientes anteriores superiores einferiores, acompañada muchas veces de una protuberancia labial.
Figura 2. Las proporciones dentofaciales reflejadas en la cefalometría nos sorprenden aún hoy como en su día lo hicieron a los Neoplatónicos y su concepto del cuerpo humano como un microcosmos y del cosmos como un gran ser humano.
Figura 3. El concepto antropocéntrico del universo puede reflejarse en la belleza similar de las partes del ser humano, incluyendo su red neuronal, con las últimas imágenes del telescopio James Webb.
La belleza facial,su significado y repercusión, ya ocupó a los primeros filósofos griegos (desde Demócrito y Pitágoras a Aristóteles, pasando por Sócrates) y arquitectos romanos (el hombre de Vitruvio), despertó el interés de los neoplatónicos y hoy, gracias a los últimos descubrimientos cosmológicos, obra de las observaciones del telescopio James Webb,esta misma belleza facial plantea el problema filosófico de la belleza (corporal, del universo o las matemáticas) y el antropocentrismo del cosmos (Figuras 2 y 3).
Una sonrisa amplia con dientes grandes y blancos establece un vínculo mental de empatía y se asocia con la juventud y la salud, con la felicidad y con el triunfo a nivel social y sexual.
Es cierto que esta belleza ha podido ser creada, realzada o mantenida y que la industria de la belleza, especialmente cuando se asocia con la salud, como es nuestro caso, maneja presupuestos anuales superiores a los del PIB de muchos países y compite con el imperio farmacéutico. Nuestra capacidad técnica para crear belleza, en franca competencia con la naturaleza, nos obliga a determinar objetivos y conocer cánones, pues todo tratamiento estético debemos de iniciarlo con el final en mente. No existe un canon anatómico único, y menos para el rostro, tan influenciable por la edad, el grupo étnico o el biotipo facial, pero sí directrices generales en integridad, simetría, proporción.
A los individuos con las peores virtudes morales se los representaban con dientes afilados y desproporcionados, bocas desdentadas y caras con maloclusiones.
Dientes y labios
Este artículo aborda la evolución de los cánones estéticos del tercio facial inferior, centrándonos en la mayor o menor prominencia del complejo dientes-labios, y digo complejo por las cruzadas implicaciones estéticas de ambos, al servir los dientes y el hueso maxilar que los rodea para el soporte labial.
Entendemos por protrusión o retrusión incisiva o labial (proquelia o retroquelia, en la terminología ortodóncica clásica) a la posición de los dientes y los labios, en el plano sagital o anteroposterior, respecto al perfil facial y, más concretamente, al plano que delimita la parte anterior del maxilar y la mandíbula (plano que en la cefalometría de RM Ricketts, por ejemplo, viene delimitado por la línea A-Pogonio) y nosotros llamamos LAD (límite anterior de la dentición). Estudiamos la posición sagital dental respecto a esta línea desde el punto de vista lineal (distancia en milímetros de la corona/borde incisal a esta línea) y angular (medida del eje mayor del diente con esta línea), lo que nos indica la posición e inclinación incisiva. Para los legos en ortodoncia pudiera parecer que este tema, tan numerológico, no tuviera una importancia clínica de relevancia, pero, muy al contrario, es capital en lo que hoy denominamos Digital Smile Design (DSD) y en la configuración de uno de los ángulos estéticos más importantes de nuestro rostro: el ángulo nasolabial, cuya bisectriz separa la influencia nasal, superior, de la dental, inferior, en su conformación final.
Figura 4. "Incisor Display" o cantidad de exhibición vertical de los incisivos en reposo y sonrisa posada.
Todo diseño de sonrisa debería utilizar la cefalometría 2D ó 3D, pero el desconocimiento de la ortodoncia de la mayoría de los dentistas lo haría poco práctico. Esta posición e inclinación incisiva es el primer ladrillo en la construcción de la sonrisa, porque va a marcar su límite anterior. Determinar la posición sagital de los dientes (y de la parte anterior del maxilar, punto “A”, que condiciona) respecto a la frente y el resto de la cara es crucial para rehabilitadores, ortodoncistas y cirujanos ortognáticos. Una simple línea vertical desde el nasión blando/frente, perpendicular a la horizontal verdadera cefalométrica (TH) que pase por el labio/incisivo superior, puede ser una referencia suficiente (Figuras 4 y 5).
Figura 5. Influencia recíproca de incisivos y labios en la mayor o menor prominencia del tercio facial inferior. Ángulo nasolabial y vertical verdadero pasado por el maxilar (hueso: VV Hs) o los tejidos blandos (VV Tb).
La sonrisa es hoy nuestra principal tarjeta de presentación, por el sesgo psicológico por el que juzgamos a una persona y le atribuimos virtudes o defectos solo por una característica.
La construcción de cualquier proyecto de sonrisa abarca su amplitud y extensión en el plano transversal,el número de dientes que podemos llegar a ver en la sonrisa posada fully la presencia o ausencia de corredores negros. En el plano vertical, nos centraremos en la cantidad de exposición incisiva superior e inferior, (el incisor display) y en el sagital o anteroposterior, en el grado de promiencia incisiva y su correlación con la protrusión, o retrusión, labial (Figuras 4 y 5).
El canon estético
El cine, los medios de comunicación y las redes sociales han unificado mundialmenteel canon estético, más allá de países, etnias o biotipos faciales, que consiste en exhibir ampliamente unos dientes grandes,anatómicamente armoniosos,perfectamente alineadosy relucientemente blancos, la sonrisa hollywoodiense, enmarcados por unos labios sensuales, carnosos y remarcados por el arco de cupido; no importa el sexo, la edad o el país de origen, la sonrisa es hoy nuestra principal tarjeta de presentación, por su efecto “halo” (el sesgo psicológico o heurístico mental por el que juzgamos a una persona y le atribuimos virtudes o defectos solo por un determinado hecho o característica).
Cuando conoces personalmente a alguien por primera vez, nuestra mirada se ve atraída por las dos partes móviles más evidentes de nuestro rostro: los ojos y la boca. La mirada dice mucho de nosotros y solo puede estar ligeramente modificada por la presencia de lentillas o gafas, cosa que no ocurre con la sonrisa, más voluntaria, que denota en un segundo, nuestra personalidad (introvertido/extrovertido, seguro/inseguro de sí mismo, alegre-sanguíneo/triste-melancólico, et cetera), sinceridad (sonrisa posada o espontánea), intencionalidad (la sonrisa sardónica del malo de la película) y cordura (la risa extemporánea de los locos). Somos nuestro cerebro y en él tenemos una amplia representación neuronal para captar formas y gestos faciales; éste denota los mínimos cambios en la expresión de nuestro rostro, y a través de las neuronas espejo de Rizzolatti, nos indicael estado de ánimo y la impresión que generamos en el otro, algo que estudian detenidamente los jugadores de póker o los negociadores profesionales.
A pesar de vivir de los millones de pacientes que acuden cada día a las consultas de los dentistas demandando una mejora de su sonrisa, poco pensamos sobre este gasto aparentemente superfluo. Digo superfluoporquenadie necesita tener los dientes perfectamente alineados,blanqueados o recubiertos de relucientes carillas,para comer, para mantener una relación normal y menos para vivir. Pero, según mis cálculos aproximados para 2025, este gasto superará con mucho los 150.000 millones de dólares, cifra con la que se podría atajar el hambre y muchas enfermedades en el mundo. Solo en alineadores dentales, para 2030 se proyecta un gasto de entre 20 y 30.000 millones de dólares. Toda una locura.
La empatía del blanqueamiento
Cuando en un anuncio vemos a un grupo de personas con una sonrisa amplia llena de dientes grandes y blancos, enseguida nuestra mente establece un vínculo de empatía y las asocia con juventud-salud, felicidad, triunfo social, estatus, atractiva vida de relación y sexual. Y no estamos hablando de algo reciente, baste ver la escultura románica de los pórticos, gárgolas y capiteles de las catedrales, la pintura gótica y flamenca, desde el Bosco hasta Quinten Massys (“La duquesa fea” o “La pasión de Cristo”), o los frescos de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, para ver cómo los individuos con las peores virtudes morales se representaban no solo con dientes afilados y desproporcionados, sino asentando sobre bocas desdentadas y caras con evidentes maloclusiones de Clase III.
Como he mencionado en otros estudios sobre estética facial en la pintura gótica y renacentista, el avejentamiento aparente de la Virgen María en las tablas y óleos de estos períodos, a pesar de su juventud, se debe a que los labios se reducen a la mínima expresión,sobresaliendo la nariz y el mentón, por la idealización de la pintura, su carácter didascálico y ejemplificante; la escolástica consideraba a la boca, y más la femenina, una fuente de pecado no solo por su atractivo sensual sino por todo lo que entraba (gula, lujuria, pereza) o salía de ella (mentira, soberbia y envidia), a pesar del estado putrefacto de los dientes en la Edad Media.
Por tanto, los dentistas y ortodoncistas en su diseño de sonrisa y/o tratamiento de ortodoncia deben decidir en cada paciente si los incisivos están o no correctamente colocados respecto al límite anterior de la dentición (LAD) que decidamos escoger. Esto, a su vez, está en relación directa con la posibilidad de expansionar (y proinclinar los incisivos) o la necesidad de extraer, distalar o hacer desgaste interproximal (DIP), lo que, a su vez acaba repercutiendo en el perfil por la interconexión estrecha entre incisivos y labios.
Figura 6. Evolución histórica de la estética facial en la portada de las revistas de moda del momento. No debemos de olvidar que en el inicio de la ortodoncia popular (años 30-40), los cánones del tercio facial inferior eran muy diferentes a los actuales.
En mi opinión, hay varios componentes poco analizados en la historia de nuestra especialidad. Por ejemplo, ¿por qué la estética facial femeninavictoriana de mujer blanca, de piel suave y nacarada y labios finos y ligeramenteretrusivos, dominante hasta la II Guerra Mundial, cambia radicalmente en los años 60-70, para convertirse en una estética de mujer morena, de piel tostada, labios voluptuosamente gruesos y dientes grandes, blancos, perfectamente alineados y protrusivos? (Figuras 6 y 7).
Figura 7. Ángulo nasolabial de las primeras actrices del cine mudo y de blanco y negro, radicalmente diferente a la estética facial actual imperante.
¿Este cambio radical del gusto, de los cánones, es producto del azar de la moda o hay un sustrato sociológico detrás? En mi opinión, una concatenación de factores cambia la estética, y el ocultamiento o exhibición del cuerpo, y la del tercio facial inferior del rostro. El tema no tendría mayor importancia si las cifras económicas que acompañan a estos cambios de moda o tendencia (maquillajes, pintalabios, blanqueamientos, carillas dentales y ortodoncia, rellenos de ácido hialurónico, prótesis para la mandíbula, el mentón o los pómulos) no fueran tan astronómicas.
Los cánones de belleza facial siempre han tenido un sesgo local o étnico,porque todos deseamos lo próximo, lo que tenemos a nuestro lado, pero la actual intercomunicación de imágenes y la superación del racismo y prejuicios étnicos, han modelado unos paradigmas estéticos faciales universales con pequeñas variaciones en el color de la piel, el grosor y prominencia de los labios y la forma de la nariz (resumida en el ángulo S-N- Rinion, la orientación de las narinas y la amplitud del surco nasolabial). Pero los cambios en los paradigmas estéticos no obedecen a cambios en la percepción sensorial o nuestra fisiología del observar, sino a la curiosa concatenación de cambios sociales en eso que podemos llamar el inconsciente colectivo. No solo nos gusta la cara y el cuerpo del otro por su belleza, proporción, claridad o juventud, sino que debe acompañarse del atractivo de la mirada, del gesto o, directamente, de la seducción.
Tres hechos condicionaron la estética facial victoriana: las ideas eugenésicas, las corrientes migratorias y el colonialismo.
El marco de referencia social del momento es el que marca la relación de corporalidad con el otro, y el gusto por cánones faciales distintos. Como apasionado al cine, me asombra la evolución de las caras de las actrices desde el cine mudo a nuestros días; las primeras, de labios finos y perfilados, perfil retrusivo, mandíbulas de Clase II y mirada entre inocente y sorprendida; la etapa posterior, donde aparece la mujer fatal, de mirada penetrante, de mandíbula de ángulos goníacos cerrados y mentón marcado, típica del cine negro de los 40 (el de mujeres con pasado con hombres sin futuro), hasta llegar a las películas de James Bond, agente007, paradigma de los avances en tecnología y estética femenina, cada vez más provocativa y seductora (Figuras 6 y 7).
Son cambios que reflejan en el rostro de cada época las ideas que se respiran en el ambiente; el actual empoderamiento de la mujer, su rol directivo, se intuye en mandíbulas y mentones más marcados, con ligera Clase III, con ángulos goníacos definidos tanto transversal como sagitalmente (la Blancanieves última de Disney); es un signo indirecto de la potencia de los músculos maseteros, que se han desarrollado por el bruxismo que acompaña al estrés y que dan al rostro una sensación de poder. De hecho, lo que hoy se denomina armonización orofacial, refleja claramente el gusto por la magia de los rellenos con ácido hialurónico en hombres y mujeres. Unas pinceladas históricas me servirán para ratificar lo que digo, esto es, la influencia sociológica en la evolución de los cánones del tercio facial inferior (Figuras 8 a 11).
Figura 8. En los años 60, la convergencia de la lucha por los derechos civiles de las personas de color y de distintas etnias, la rebelión contra el imperialismo y la sociedad burguesa, la revolución sexual y el feminismo, cambiaron los cánones de belleza.
Figura 9. Importancia del ángulo nasolabial en la estética del rostro y su influencia dental y esquelética.
Figura 10. La biprotrusión labiodental ha sido elevada al altar de la belleza y se realza con ortodoncia, carillas o ácido hialurónico.
Figura 11. Increíble similitud entre una de las mujeres consideradas más bellas, Bella Hadid, y el busto de la Reina Nefertiti (sobre el 1.300 antes de Cristo), esposa de Akenatón.
El descubrimiento de la estatua del Apolo de Belvedere en los jardines vaticanos en tiempos de Julio II (el Papa Guerrero), marcó la estética del tercio facial inferior de gran parte de las esculturas y pinturas del Renacimiento y, en concreto, de Miguel Ángel Buonarroti, y fue redescubierto años más tarde durante el período neoclásico, alargando este canon hasta mediados del siglo 20 (Figura 12).
Figura 12. Apolo de Belvedere y su repercusión en la estética del tercio inferior facial en todo el Renacimiento (David y Capilla Sixtina de Miguel Angel) y el período Neoclásico. Este canon grecorromano se extendió hasta la primera mitad del siglo XX.
Tres hechos condicionan mucho la estética facial victoriana a la que me he referido: lasideas eugenésicas de Francis Galton, primo de Darwin, que prolonga y adapta las ideas de Jean Baptiste Lamark (1744-1829), las corrientes migratorias de la revolución industrial y el colonialismo, con el reparto lineal de África y parte de Asia y Oriente Medio por las grandes potencias europeas. Una interesada y desproporcionada aplicación de las teorías evolutivas de su primo, condujo a Galton a impulsar la eugenesia o control de la reproducción humana para la mejora de nuestra especie, una corriente considerada muy moderna, aunque acabó de la mano de los locos jerarcas nazis. Eugenesia y racismo son dos caras de la misma moneda, que intentan catalogar a los individuos por sus aptitudes o una supuesta inferioridad intelectual ligada al antiguo concepto de raza (Figura 13).
Figura 13. Petrus Camper y su justificación anatómica y craneométrica del racismo científico. Panfletos propagandísticos pseudocientíficos del racismo.
Esta corriente médica dio alas pseudocientíficas al racismo para la dominación de pueblos/etnias. Al no existir las pruebas genéticas actuales, los antropólogos se centraban en el estudio de los rasgos faciales, la craneometría, el color y tipo de pelo, piel, la forma y color de los ojos. Mientras los científicos constataban las diferencias “raciales”, los políticos las utilizaban para clasificar a los individuos en superiores e inferiores (Figura 13).
Lo interesante para nosotros es que la supuesta correlación entre las dimensiones del cráneo y el tamaño del cerebro de estas teorías evolutivas, acabó por extenderse al tercio facial inferior y así, el mayor o menor grado de protrusión labial y dental, y la forma y dimensiones del mentón, marcaban, según estas absurdas teorías, la mayor o menor evolución, su posición en la escala filogenética, y, por tanto, la inteligencia y virtudes morales, de cada individuo. Dios había creado a cada raza y las habría dotado de una determinada singularidad con sus ventajas (la fuerza y el vigor del negro) y limitaciones (su menor inteligencia y capacidad de decisión). En mi opinión de no experto, en la visión de la Iglesia Católica sobre el tema, ha pesado mucho la idealización de Jean-Jacques Rousseau del “mito del buen salvaje”.
Los grandes estados europeos se dividieron linealmente África a finales del siglo XIX y el racismo científico fue un arma cruel, pero extraordinariamente útil, para la dominación y saqueo de los territorios coloniales.
El racismo científico tiene otra fuente más antigua en la anatomía de Petrus Camper (1722-1789) y en un tipo de craneometría popular, aliada primero con la escuela fisiognómica y después con la frenológica (conde de Buffón, JC Lavater, FJ Gall o JF Blumenbach, todos entre el siglo XVII y el XIX). Camper relaciona la protrusión labiodental con la posición en la escala filogenética, evolutiva, realizando unos dibujos muy populares sobre cómo el cráneo de los monos había ido evolucionando hasta llegar al homo sapiens sapiens, antes pasando por el negro (Figura 13). La frenología postulaba una serie de compartimentos estancos en el cerebro para cada una de las emociones o habilidades mentales y la mayor o menos extensión de cada compartimento hablaba de las virtudes o defectos innatos del individuo. Según la popular frenología, los compartimentos cerebrales daban forma al cráneo y permitían, estudiando su superficie, deducir su localización y extensión; compartimentos que fueron dibujados sin ningún rigor científico.
La mezcolanza pseudocientífica resultante reducía las funciones cerebrales más complejas a estos simplistas compartimentos que dejaban su huella en la cara interna de los huesos del cráneo, determinando su topografía superficial.
Había palpadores de cráneos capaces de deducir el funcionamiento de la mente por los bultos, excrecencias y protuberancias de la cabeza. Esta teoría, muy popular durante años, combinada con una supuesta observación facial, permitía detectar a los delincuentes, asesinos y violadores natos (a este respecto, recomiendo visitar el increíble museo del famoso turinés Cesar Lombroso).
EH Angle y otros médicos fundadores de la moderna ortodoncia, bebieron en estas fuentes y sin duda se contaminaron de ellas; por otro lado, la segregación racial, que años después aún seguía presente en muchos estados de Norteamérica, atraería a pocos pacientes de color a las consultas, si es que eran admitidos. No en vano, el triángulo estético de Ch Tweed obedece a ese paciente blanco, de perfil retrusivo e incisivo inferior a 90° con el plano mandibular.
El gran cambio en la estética corporal, el cuánto y dónde enseñar el cuerpo, y la evolución de los cánones de belleza y atractivo facial, tienen más un motivo sociológico que de percepción sensorial. No es fácil diferenciar la belleza del atractivo, es como el apiñamiento y el índice de irregularidad, la mayoría de ocasiones van juntos, pero no siempre, y responden, sin embargo, a diferentes criterios. La belleza habla de armonía,simetría, proporción entre las partes, luminosidad y juventud (piel, ojos, et cetera), y el atractivo, como su nombre indica, es un magnetismoque supera la belleza o la extiende a otras áreas, como la mirada, la sonrisa, la voz o los gestos. Es un error repetido hasta la saciedad decir que la belleza de un rostro está en el ojo del observador, lo que supongo será un alivio para los feos, pero esta afirmación se ajusta como anillo al dedo para el atractivo. He conocido a mujeres guapas y jóvenes a las que le atraían los individuos con cara de malos, desaliñados o directamente con pinta de vagos.
El cambio de la relación de los individuos con su cuerpo y de éste con los demás, más evidente en las mujeres, empieza en la postguerra pero se materializa en la década de los 60, que se inicia con la Guerra Fría, la lucha contra la expansión mundial del comunismo (Corea, Cuba, Vietnam) y su infiltración en los jóvenes burgueses de la sociedad americana (desde Estados Unidos a Argentina), sigue con la lucha por los derechos civiles y el asesinato de Martin Luther King, continua con las protestas del Mayo del 68 francés y contra la guerra de Vietnam, y todo ello en un ambiente que respiraba liberación sexual, drogas y rock and roll. La quema pública de sujetadores y la reivindicación del consumo de la píldora anticonceptiva son dos ejemplos de la afrenta a la moral tradicional y a una Iglesia que asociaba el sexo con la reproducción. Aparece un ansia de libertad en la juventud, un inconformismo respecto a la generación de sus padres, un redescubrimiento del cuerpo como fuente de experiencias psicodélicas y placer, que se manifiesta como una rebelión contra el tabú de la virginidad, los roles sexuales tradicionales, la familia patriarcal y los trabajos rutinarios no creativos en forma de una nueva estética de pelo largo, barba, tatuajes y ropa suelta y colorista, que tiene su máxima expresión pública en festivales de música como Woodstock (Figura 8).
Una serie de factores han cambiado los cánones estéticos y, en nuestro campo, han reducido el ángulo nasolabial e incrementado la biprotrusión labiodental.
Es cierto que la historia ha sido muy benévola con este período histórico, donde los teóricos lideres (Dany, el rojo) o mitos (Che Guevara) no solo dejaban mucho que desear, sino que su influencia quemó la vida de miles de jóvenes que acabaron sumidos en las drogas, las sectas o el nihilismo. Muchos son los padres de los que hoy hacen fortuna con la especulación, la bolsa y los fondos buitre.
Todos estos cambios no solo no han tenido marcha atrás, sino que la nueva sociedad hiperconsumista, en combinación con el hedonismo que favorecen las redes sociales, y la falta de refrentes éticos o espirituales, han conducido al actual imperio de lo efímero, en palabras de Guilles Lipoveski, donde el aparentar y tener está muy por encima del ser. El culto estético del cuerpo, la irrefrenable pasión por gustar, hoy multiplicada por las redes sociales, es una auténtica locura en esta nueva sociedad VICA (voluble, incierta, compleja y ambigua), donde queremos vivir con una intensidad como si no hubiera un mañana. Es sintomático cómo este cuidado estético del cuerpo se hace muchas veces alrededor de filosofías espiritualistas procedentes de India o Asia, cuanto más lejos mejor, certificando las palabras de Chesterton, de que cuando uno deja de creer en Dios pasa a creer en cualquier cosa.
En resumen, la pasión actual para mantenerse joven o aparentarlo, la incansable lucha contra el envejecimiento del rostro, la integración estética, el nuevo atractivo hacia grupos étnicos antes proscritos, la revolución sexual, y el deseo de gustar y atraer que genera, han cambiado cánones estéticos anteriores y, en nuestro campo, han reducido el ángulo nasolabial e incrementado la biprotrusión labiodental (Figura 9). Pero nada nuevo hay bajo las estrellas, decían los clásicos, y Nietzsche lo resumía en su concepto del Eterno Retorno. Curiosamente, los actuales paradigmas de belleza nos retrotraen más de 3.000 años a la reina Nefertiti (cuyo significado es: la belleza ha llegado), que coincide punto por punto, proporción por proporción y ángulo por ángulo con una de las mujeres actuales más hermosas del mundo,Bella Hadid (Figura 11).
Diversos estudios han subrayado la importancia que tienen la forma y la topografía facial en la percepción del atractivo y de la belleza.
El empoderamiento de la mujer ha cambiado ligeramente el canon de belleza facial con pómulos (complejo máxilo-malar), mentón y ángulos mandibulares más marcados (Figuras 9 a 11). Es cierto que son caras más androgénicas,que tienden a unificar, al menos en el tercio facial inferior, la estética facial masculina y femenina, pero no con la intención de disolver las líneas que separan ambos sexos, sino para remarcar el nuevo carácter social y ejecutor de la mujer (véanse estudios como "Facial shape affects self-perceived facial attractiveness"1. En este y otros estudios se evidencia la importancia de la forma y la topografía facial en la percepción del atractivo/belleza, tanto en la de los demás como en la de uno mismo.
De hecho, en el estudio citado se afirma lo siguiente, en este sentido:
"En las mujeres, la autopercepción del atractivo facial se relaciona con una menor anchura facial, una parte anterior más ancha del tercio inferior facial y una frente media y raíz de la nariz más pronunciadas.Los hombres preferían un mentón bien definido, mejillas y cigomas más planos, y arcos superciliares, nariz y frente media más pronunciados. Los hallazgos de este estudio respaldan la idea de que la autopercepción del atractivo facial no solo está motivada por rasgos psicológicos, sino que los rasgos fenotípicos medidos objetivamente también contribuyen significativamente"1.
Más allá de las diversas interpretaciones sobre la belleza y la sonrisa, que son conceptos que como se ha visto cambian con los tiempos, lo cierto es que los estudios objetivos con escáneres faciales tridimensionales demuestran que el aforismo “la belleza está en el ojo del observador” no es tan cierto como se cree, ya que la atracción de los rostros se basa en parámetros faciales bien definidos que todos los profesionales de la odontología deben conocer para obtener los resultados estéticos que los pacientes desean.
Referencias
1. Kanavakis G, Halazonetis D, Katsaros C, Gkantidis N. Facial shape affects self-perceived facial attractiveness. PLoS One 2021;16(2):e0245557. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0245557).
Autor
El profesor y doctor David Suárez Quintanilla, expresidente de la European Orthodontic Society, es catedrático de Ortodoncia de la Universidad de Santiago de Compostela (España).
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